martes, 27 de noviembre de 2007

Vuelve la Bestia

I am a man who walks alone
And when I'm walking a dark road
At night or strolling through the park
When the light begins to change
I sometimes feel a little strange
A little anxious when it's dark
Fear of the dark, fear of the dark
I have constant fear that something's always near
Fear of the dark, fear of the dark
I have a phobia that someone's always there

Iron Maiden en México y nosotros también.

My sweet lord...en memoria del maestro Harrison


29 de noviembre de 2007.

George:



Un año más sin tí, y aunque siempre estás presente, no siempre pienso en tí; al menos no como mereces y como debería. Si mi inmensa cobardía me lo permitiera, podría vivir tu recuerdo intensamente, pero eso implica soportar el dolor de saberte perdido, y no soy lo suficientemente valiente para lograrlo. A seis años de tu muerte, sigo preguntándome cómo es que he podido continuar, tras haber sentido el enorme vacio de tu pérdida, yo juraba que no podría reponerme nunca y con triste coraje me doy cuenta que lo he logrado gracias a mi omisión.


Supongo que es una buen argumento; me lastimó tanto tu muerte que prefiero no pensar en ella, sólo reflexiono suficientemente en tu cumpleaños o en días como hoy y a pesar del tiempo siento ganas de romperme en llanto, porque a pesar de todo jamás dejarás de doler.


Mirar hacia atrás implica pensar en tí, y en la persona que soy desde que ya no estás; porque a pesar de lo que se piense, a veces lo espiritual puede trascender a lo físico, cierto es que nunca te conocí, ni siquiera estuvimos cerca corporalmente, pero nadie mejor que tú para saber que es lo menos importante.


De entre tanta vida cósmica, basta con haber compartido el mismo momento, el mismo universo, el mismo cielo, la misma luna y el mismo sol para sentirme irremediablemente unida a tu alma, que incorpórea sigue a mi lado, sorteando las triviales necesidades físicas que no son mas que obstáculos para alejar a aquéllos que fueron creados para compartir un mismo ideal.


Tu fallecimiento movió mi vida, ya uno de ustedes se había ido y de igual manera lo he sufrido durante mi existencia, pero en ese caso fue como haber nacido con un trozo del alma ya muerta, pero lo tuyo me dejó con la incertidumbre acerca de si sería posible la continuidad de la vida, y finalmente me doy cuenta que sí fue así, hoy no me sorprende estar de pie, pero me intriga saber cómo lo he logrado aún cuando sé que ya no existe la esperanza de mirarme en tus ojos.


Nuevamente me iluminas y me dejas saber que no es olvido, ni ingratitud, es simplemente el exacto orden de las cosas el que me orilla a actuar de esta forma; no importa estar pensándote mientras no te olvide; no importa vivir, siempre y cuando lo haga correctamente; no importa que no suceda lo que tanto he deseado, siempre y cuando conserve la certeza de que un día, en algún lugar, podré reunir mi cansada alma a las suyas, en donde nos una el deseo y el sentimiento de ser parte de un mismo todo.


La eterna esperanza de que en el lugar y momento específico ocurra el encuentro de quienes hemos amado sin interés y sin necesidad de obligaciones o confrontamientos forzados, en donde las almas reconozcan simplemente eso, el amor. Por que si hay algo que he aprendido con ustedes es que nunca hay fe suficiente para quienes saben que no todo está perdido.


No puedo agregar nada más, al menos no el día de hoy...qué puedo decir que no sepas ya, tan solo repetir las palabras con las que elevaste tus plegarias y agradeciste a Dios, en esta ocasión con las reservas adecuadas, quiero dedicarlas a tí....mi dulce señor, con la seguridad que entenderás lo que significan en este momento, porque siempre tuviste la palabra justa que de pronto escapa de mis labios...





My sweet lord


Hm, my lord, hm my lord


I really want to see you


Really want to be with you


Really want to see you lord


But it takes so long, my lord


My sweet lord Hm,


my lord Hm, my lord


I really want to know you


Really want to go with you


Really want to show you lord


That it wont take long, my lord ...




Hare Krishna George.


Ahora sé que si no hubieses existido, ésta que soy ahora, tampoco lo hubiera hecho.

¿Es el destino del escritor o un simple cliché?


Nunca he querido ser parte del estereotipo, no me siento cómoda perpetuando las etiquetas, me parecen aburridas maneras de conformarse con lo que se es o lo que nos gustaría que pensaran que somos.

Es por ello que cuando pienso en mi amor por la escritura y la imperiosa necesidad en practicarla, me parezco pretensiosa al esperar que quienes me rodean sufran la misma fiebre que yo, que se angustien y disfruten on la misma violncia con que yo lo hago, y por eso me ha sido preferible callar.

Guardar silencio para aparentar que no me mata la desesperación de no haber producido nada en el último año; que no me frustra el no encontrar el papel y la pluma que me hagan sentir que son las herramientas perfectas y tener en cambio cientos de hojas que simplemente no me provocan nada.

Evitar que noten mis repentinos accesos de furia, cuando después de mucho esperar, la palabra y el momento exacto escapan de mi vida al no tener cerca por lo menos una servilleta y un carbón para perpetuar esa efímera idea que bien sé, nunca volverá a aparecer.

Que no imaginen que mis ataques de ansiedad son la respuesta ante el cautiverio que ejerzo sobre las ideas que se quieren escapar de mi mente. Todo eso lo soporto porque no quiero que piensen que lo que siento y hago, es la manera de llamar la atención para ser reconocida como la persona que no escribe bien, pero que por lo menos "ya tiene lo extravagante de los escritores".

En realidad preferiría ser reconocida como aquella que de escritora no tiene nada más que una buena prosa.

Quizás es por ello que he tratado de no darme a notar, que he huido ante las posibilidades de especializarme, es por ello que me he dedicado a tener un bajo perfil entre mi gente, mordiendo mi lengua para no gritar que soy como soy y que no puedo cambiarlo.

Aún ahora creo que nunca he querido demostrar a nadie de lo que soy capaz y todo por el temor a ser catalogada. A veces he deseado tener una doble vida que me permita acceder al círculo literario que tanto deseo y otra que me deje perpetuar mi eterna imagen de no ser nada.

Aquí está la parte en la que vuelvo a temer, y sin intención alguna de sonar como un cliché de escritora incomprendida y artista a la que no se le hace justicia, debo decir que mi miedo se debe a mi desconocimiento acerca de mis semejantes.

Y es que a pesar de lo que convenga creer, supongo que deben existir más personas que vivan la literatura con el mismo coraje, que leven más allá de un pasatiempo la lectura de un buen libro o la creación de otro.

Crear y formar, la eterna inquietud de creerse Dios, pero la literatura te permite ser el orquestador de algo ya creado, de algo ya vivido y que sólo con la suficiente libertad e imaginación, podrá transmitirse.

Tan solo cuando pueda obtener dicha libertad para valorar mis trabajos, podré dejar descansar esta furia que calcina el alma y atormenta el cuerpo. Supongo que a eso debo todos mis temores. Sin embargo hay algo que preveo como positivo, de una inesperada forma, encontré a quien me gustaría que fuera mi guía para lograr exorcizar esos temores del alma, porque me ha contado su experiencia y porque admiro su arrojo y valentía.

De una manera misteriosa y casi mágica, se abrió ante mí una oportunidad de compartir con alguien lo que siento y que tanto he anhleado en mi vida. De alguna forma el hallarlo en mi camino me permitió saber que no estoy sola en esto.

Todo fue en un loco arranque, que decidí escribir con el alma, como antes acostumbraba; sé perfectamente que el texto no era nada brillante, pero fue probablemente el tema y la desesperación que reflejaba lo que llamó su atención y por lo que decidió darme respuesta.

Fue entonces como un ensayo se convirtió en la catarsis perfecta de mi atormentada vida sin letras; traté de exponer mi angustia, mi pena y mi cobradía, fue como desnudar mis sentido en la espera de la tan necesitada comprensión. Y es que alguien dijo algo como que la escritura era sacarse las tripas y hacer con ellas una hoguera y creo que lo entiendo.

Pienso firmemente que la sensibilidad del escritor, sólo se comprueba cuando puede sentir una lectura; algo como empatizar con otros autores, de otro modo no podría expresarse bien para hacerse comprender.

Sé que a pesar de los fallos técnicos y estilísticos, puede ser tan buena para transmitir ese llamado de auxilio que por fortuna, tuvo el mejor lector, mismo que no hizo oídos sordos y decidió escribir líneas tan motivantes que continúan emocionándome al recordarlas.

Descubrí entonces que no camino a solas, que basta echar abajo el ego para notar que hay más personas luchando por la literatura; que al igual que yo, se han enfrentado a mucho con la simple motivación de poder arrancar a su mente las frases exactas, mismas que sigan siéndolo al ser plasmadas en papel.

Porque nada que valga la pena es tan sencillo como sólo desearlo, y la literatura vale muchísimo la pena, or lo que alcanzarla se convierte poco a poco en la búsqueda eterna que de cuando en cuando deberá hacerte sentir deidad y que mayoritariamente será desmoralizante.

Y es que a ella no se puede dar medio tiempo, se debe entregar el alma pedazo a pedazo, sangrante y latente. No hay escrito, por absurdo que parezca, que no guarde entre sus líneas parte de la vida de su creador.

No debe ser casualidad la vida solitaria y aventurera del escritor, me niego a creer la teoría del cliché, debe ser más bien la ofrenda requerida para arrancar inspiración desde el olvido o la más futil diversión.

Debe ser que la desgracia mayor de poseer la fiebre literaria es su renuencia al contagio indiscriminado y el celo a compartirse, a ella no se le puede traicionar, la infidelidad no le va bien, se debe vivir por y para ella sin importar lo que se quede en el camino.

Lo afirmo porque al intentar negarme a su llamado viví la más angusiosa muerte y morí cada día de mi vida. Es doloroso no poder hacer que a aquellos que amas puedan contagiarse a la fuerza.

El dolor radica en la consigna de saber que la preferencia la tendrá ella; la escritura. No es entonces el precio del buen escritor convertirse en estereotipo, sino más bien el destino del autor de abrazar y encarnarse de la necesidad de escribir, hasta que la terrible lucha, permita ser lo bastante fuerte para abandonarlo todo y dedicarse solamente a ella.

Cualquiera pensaría que es un precio muy alto, pero el llamado es tan fuerte que habría que vivirlo para saber que lejos de ello, nada importa ya. Es necesario haber estado en los extremos para saber qué es más imperioso.

Yo sigo temiendo ser etiquetada, pero de pronto me traiciono y me es imposible seguir amordazando este cúmulo de sentimientos que galopan y me queman para hacerme saber cómo y para qué quiero vivir.


Karla Guadalupe Ramírez Cruz.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Siento el dolor de la humillación, pero es todo. El coraje de la dignidad herida y la afrenta a quien más amo, y sigue siendo todo. Ese es el resultado, la indiferencia del ser creado por tí pero humano a pesar de tí. ¿Perdón? no me considero tan importante para otorgarlo, ése que te lo brinde Dios si le es posible.
¿Venganza?, como decía aún a pesar de tí no me embarro en el lodo. ¿Castigo? sí, lo exijo firmemente pero no lo haré por mi mano, de eso tarde o temprano se encargará la vida en tu contra y en la mía por desearlo de ésta manera.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Fastidiosas Reflexiones

Decir que estoy harta no va muy bien ni con la educación y sería una manera terrible de descargar mi frustración, sin hacer justicia a las cosas que si bien no son como lo esperaba, por lo menos me han permitido mantenerme ocupada y han hecho mi existencia menos pesada. Después de que toda la semana estuve completamente fuera de mí pensando en lo que pudo ser y no es; en lo que quiero y no puedo; y en lo que me gustaría y no me atrevo...finalmente decidí sacudirme y seguir adelante con nueva visión.
De repente son tantas cosas las que debo resolver, que tampoco me convierten en martir pero sí en alguien desesperado. Ya antes he dicho que el hartazgo no es digno de mí, pero sí el hastío. Cada vez esmás evidente que estoy completamente fuera de lugar, he tratado de aparentar desde que regresé pero ya no doy más; de pronto la burbuja que construí para cifrar mi vida ha sido rota por algo que tarde o temprano debía suceder; decidí dejar de engañarme.
He esperado mucho de seres ajenos que en realidad ni siquiera me toman en cuenta; he cimentado mis valores en amistades que de buenas a primeras me dan la espalda en cuanto vuelvo atener un proyecto de vida y finalmente convivo con seres infinitamente lejanos a mí.
Son tan lejanos que ya no puedo seguir fingiendo interés en sus pláticas; me he sumergido en un círculo de presunción injustificada, de traiciones de quienes presumen amistad; de personas de mi edad que no son más que ignorantes; no presumo ser una eminencia en ningún punto, sólo afirmo que somos idiotas en distintos sentidos.
Creo que tengo derecho a juntarme con imbéciles de mi misma calaña; ese es el derecho más honroso a la estupidez; pero no me pidan que siga fingiendo no darme cuenta de sus tontas presunciones y de sus miserables aspiraciones que no van más allá de su naríz. Por desgracia, la ciudad te maltrata, te duele, te mata un pedazo... pero aminora la soberbia o por lo menos te permita saber de qué lado de la mediocridad te mueves.
Esta semana esperé respuestas, no las encontré ni en aquéllos a quienes las pedí con lastimeras lágrimas y acongojadas confesiones; con turbadas frases y humildes saludos...sólo hay dos personas frente a las que me permito ese tipo de debilidad y yo soy una de ellas; espero aún mi resolución, pues el otro personaje decidió cambiar el tema, dejando en claro la relevancia, aunque, ¿qué puedo pedir ante quienes tampoco tienen idea de nada?...simplemente volveré a callar...

lunes, 12 de noviembre de 2007

A propósito de blogs...

Con la reciente fiebre del blog y sus desconfiados detractores, les recomiendo la entrada del sábado 20 de octubre, que aparece en el blog de Geney Beltrán.
www.elgeney.blogspot.com

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Sigo negándome a transigir

A veces me niego a transigir, me cuesta mucho aceptar la transición de mi propia escritura; el amor y desencanto no son como antes las fuentes inagotables de mi inspiración, ahora mi vida ha encontrado una suerte de remanso o estabilidad en aquellos los temas más recurrentes de la escritura universal...el amor y desamor.
No me refiero en cambio a un repentino olvido o la paulatina muerte del corazón, por el contrario acepto la buena fortuna que me brinda la felicidad histérica y abrupta del amor bien correspondido y con ello la obligada ingratitud de quien lo tiene casi todo, incluso el atrevimiento de aceptarme incompetente para ensalsar mi tesoro como antes trataba de inmortalizar mi dolor.
Afirmar que se trata de una condición meramente humana, me supedita al egoísmo de creer que soy el ombligo del mundo, aún cuando a estas alturas ya ha nadie, incluyéndome a mí, le importe.
Me niego a ser del promedio y a la vez pareciera que me empeño en seguir los estándares, tengo miedo de mí, de hundirme en la mediocridad de mis miedos; de ser yo mi único lastre, de no poder escapar a mis propios deseos.
Soy sin duda alguna, una persona avejentada, cansada de haber vivido en pocos años lo que se espera vivir en toda una vida; soy alguien avejentada pero no por ello madura. El cansancio y el hastío son características de mi alma, que entre tantos caminos recorridos, sigue sin aprender absolutamente nada.
Mi ignorancia revive mi renuencia a hablar de algo más que no sea yo, mi ego decrecido por el tiempo, me exige omitirme al existir, gritándome que ya no hay nada especial, nada que pudiera contar o que a alguien le interese leer; aún ahora sé que mis frases quedarán vacias ante un mar de desencantos furtivos sin un lector que les dé vida y permita se desenvuelvan en la manera a que toda expresión tiene derecho.
Mi lucha infructuosa por continuar lo que tanto anhelé en mis rimeros años de vida, se antoja muerta a los pies de los primeros años, los más duros que me quitaron la altanería del hambre de insistir en vivir todos los que me resten...