Debo agradecerle a Kafka pues el siguiente texto es suyo, y de alguna manera explica aquello que jamás me atreveré a decirme a mí misma.
"Soy una persona cerrada, taciturna, poco sociable, descontento, sin que todo ello constituya una infelicidad para mí, ya que es solamente el reflejo de mi meta. De mi modo de vivir en casa se puede sacar alguna deducción. Vivo en familia entre personas buenísimas y afectuosas, más extraño que un extraño. Con mi madre no he cambiado en estos últimos años más de veinte palabras de promedio al día; con mi padre nada más que el saludo. Con mis hermanas casadas y con los cuñados no hablo en absoluto, sin que esto signifique que esté enojado con ellos. El motivo es absolutamente éste: no tengo absolutamente nada qué decirles. Todo cuanto no es literatura me hastía y provoca mi odio, porque me molesta o es un obstáculo para mí, por lo menos en mi opinión. Carezco de toda sensibilidad para la vida de familia, salvo en el mejor de los casos el de observador. No tengo en absoluto el sentido del parentesco y considero las visitas como patentes agresiones contra mí. El matrimonio no podría cambiarme, como no puede cambiarme el oficio."
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